La información venía de un escrito por un antiguo empleado para el evento "Día del Huésped", el 14 de Septiembre de 1984. Rescatado de los escombros por una de las empleadas del hotel tras el terremoto del 19 de Septiembre de 1985. Entregado y corregido por el investigador Daniel Gallardo con datos correctos.
En 1917, el señor Don Rodolfo Montes, lo adquirió junto con otras propiedades para ampliar el hotel y aprovechar a cambiar el nombre por el de Hotel Regis, lo inauguran el 15 de Agosto de 1918. La fachada quedó igual mientras que el interior lo decoró al estilo de los hoteles del sur de los Estados Unidos, tanto en el vestíbulo como en las 70 habitaciones que se adaptaron.
A pesar de las graves inquietudes de aquella época, el negocio funcionó con buen éxito, porque pronto se dio a conocer ante la opinión pública por su ubicación y servicios, y por que en sus habitaciones se alojaban prominentes hombres de la revolución y de la sociedad mexicana, así como turistas de Estados Unidos, Habana, Centro y Sudamérica. Esto dio origen a que el señor Montes ampliara el número de habitaciones, esto sucedía en el año de 1919. Añadió dos pisos más a los cinco ya existentes y construyó el anexo con siete pisos, también con frente a la Avenida Juárez, destinado a suites de lujo.
La planta baja de este anexo fue ocupada por el famoso Salón - Restaurante “Don Quijote”, de gran novedad en aquel año de 1923, por que sus paredes lucían varias escenas del inmortal personaje de Miguel de Cervantes, hechas a base de azulejos a colores, con decorado estilo inglés. Un suceso que llamó la atención cuando se termino este lugar, fue que la sociedad capitalina asistió a la noche inaugural, en la que se ofreció una gran cena de gala con un costo de 5.00 pesos cubierto y que incluía selectos platillos internacionales.
Antes terminó otro anexo, éste con vista a la calle de Colón y se instalaron en la planta baja; los baños turcos y la alberca para damas y caballeros, así como la peluquería y el salón de belleza, y el teatro/cine, al igual que una planta de lavandería y planchado, lo que permitió que la Ciudad de México, contara con un hotel de primera clase, dotado de 300 habitaciones y todos los servicios necesarios para alojar cómodamente a los viajeros.
En el año de 1925, el señor Montes, a quien se reconoce como fundador del Hotel Regis, decidió retirarse de los negocios y para ello vendió su establecimiento al señor Mario Castelán Meza. El nuevo dueño en su afán de conservar el prestigio del hotel y mejorar aún más los servicios, estableció una flotilla de 18 automóviles de alquiler, pintados todos en rojo y amarillo, para atender principalmente a los huéspedes del establecimiento y al público en general. Ya en esos tiempos se comentaba la importancia de una nueva industria, la del turismo internacional que visitaba nuestro país y que en un elevado porcentaje procedía de los Estados Unidos y sobre lo conveniente a disponer de buenos hoteles como los que existían en Europa y en los Estados Unidos. El Hotel Regis en este aspecto, está considerado como el principal pionero, puso el ejemplo a los hombres de empresa sobre la conveniencia de construir otros establecimientos similares, para conservar esta naciente y productiva fuente de ingresos en la economía nacional.
La actuación del señor Don Mario Castelán Meza, al frente del Hotel Regis, se prolongó hasta el año de 1944, en que lo traspasó al señor Anacarsis Peralta, miembro de una conocida familia, en la que todos sus miembros han destacado en el mundo de los negocios. “Carcho Peralta”, nombre con el que lo conocían sus amigos, trabajó incansablemente por su nueva empresa, formándole un ambiente agradable y dotándolo de otras instalaciones como el restaurante “Paolo” y el “Capri” que inauguraron en 1948 y poco después “La Taberna del Greco”, decorada al estilo español, que puso al servicio del público en 1949. La capacidad de hospedaje la aumentó a 400 habitaciones con frentes a la Avenida Juárez y a las calles de Balderas y Colón, para transformarlo en uno de los más grandes hoteles con que cuenta la Ciudad de México, capaz de recibir de un sólo golpe a mil huéspedes.
Introdujo por primera vez una de las más grandes innovaciones de turismo masivo, al dotar al Hotel con salones para convenciones. La época de oro de este hotel se realizó durante la dirección de Carcho Peralta, fue entonces cuando en el Capri, se presentaron las mejores variedades de Europa y América, hospedándose personajes que han dejado huella en el ámbito histórico internacional. Miles de anécdotas surgen de estos años. Carcho Peralta, hombre superdotado, con grandes carismas y visiones financieras, pensó en construir el más grande hotel de America Latina, adquiriendo los lotes adyacentes al negocio principal; pero fatalmente el destino terminó con su vida a finales de 1957, truncando los planes que se había trazado.
En 1958, asume la dirección general el señor Emilio Sánchez Peláez con su nuevo equipo de trabajo, siendo el presidente del Consejo de Administración, Don Arturo Serrano y el Contralor General, el señor José Muñoz de Cote, quienes siguiendo la tradición y actualización abrieron el bar-restaurante “El Impala”, con su novedosa barra central, en el lugar que ocupaba el “Paolo”.
Posteriormente en 1967, Sergio Peralta, hijo de Carcho Peralta, asume la dirección, implantando las nuevas técnicas hoteleras que se llevaban a cabo en Europa, debido a los estudios realizados por él, en Suiza y Alemania, creando el Restaurante Medaillon y el Salón Ingles. El señor Sergio Peralta, por cambio de giro en sus actividades, cesa en sus funciones, quedando al frente su hermana la señora Yolanda Peralta, como directora general, quién brillantemente ha desempeñado su cargo desde 1970 a la fecha, inaugurando el mexicanísimo bar “El Establo”, inaugurado en 1974. Amplía los servicios de estacionamiento con capacidad para 250 automóviles y remodelan las habitaciones, dotándolas de servi-bares y televisores a color, satisfaciendo así las exigencias de su muy selecta y tradicional clientela.
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